Es muy probable que se trate de callos o durezas, una afección podológica común que puede afectar tu comodidad y salud si no se trata adecuadamente.
Ambos son engrosamientos de la piel que se forman como mecanismo de defensa ante la fricción o presión constante.
Los callos suelen ser más pequeños, duros y dolorosos, y se localizan en zonas de presión como los dedos.
Las durezas (hiperqueratosis) son más extensas, superficiales y se encuentran generalmente en el talón o la planta del pie.
Uso de zapatos inadecuados o ajustados
Caminar o estar de pie por tiempos prolongados
Deformidades en los pies (juanetes, dedos en garra)
Falta de hidratación en la piel
Actividades físicas que generan fricción continua
Muchas personas optan por limarlos o cortarlos por su cuenta, pero eso puede provocar infecciones, heridas o mayor engrosamiento.
El tratamiento profesional no solo elimina el problema de forma segura, sino que también identifica su causa para evitar que reaparezca.
¡Sí! Aquí algunos consejos simples:
Usa calzado cómodo y transpirable
Hidrata tus pies diariamente con cremas específicas
Evita caminar descalzo en superficies duras
Realiza revisiones podológicas frecuentes si tienes pie diabético, juanetes o eres deportista
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